El dolor
Recientemente un amigo de años, preguntó a otro amigo ¿Cómo le está yendo a Williams Andueza? ¡Me imagino que otros también querrán saber! Lo digo porque esta es una de las preguntas más comunes en nuestras relaciones humanas y la respuesta casi siempre es “bien”. Ahora ese “bien” a veces suena como un cumplido, en el fondo es un “bien” sin emoción, sin pasión, sin disfrute. En cambio habrá´ un grupo de personas que contestara´ a esta pregunta con mucho deleite y satisfacción, sin embargo, ellos miden esta pregunta en base a sus logros alcanzados.
Estoy bien en el amor, salgo con la chica que me gusta y eso me hace muy feliz, tengo un auto cero kilómetros me siento contento y feliz y su pensamiento experimenta todo tipo de emociones. Tengo un trabajo estable que me gusta, un novio que me quiere, soy guapo (a), practico mi deporte favorito, ¡ah, acabo de comprar la casa de mis sueños! ¿Qué más puedo pedir de la vida? En fin, tengo dinero, salud y amor.
Pero qué pasaría si la chica que te gusta se fuera con otro y si tu auto cero kilómetros te lo robaran, te despidieran de tu trabajo y tu casa bonita se incendiara, para colmo de males el medico te dijera, señor fulano de tal queremos decirle que usted tiene poco tiempo de vida tiene una enfermedad irreversible. ¿Suena fantasioso verdad? ¿Dónde quedó tu felicidad? ¿Dónde queda tu alegría? Como terapista familiar les hago las siguientes preguntas a mis pacientes: ¿Qué pasaría si su hijo perdiera la vida? ¡Me dicen ni lo mencione! Inmediatamente cruzan los dedos. ¿Y si ella dejará de amarlo? La mato y me mato, hubo uno que me dijo que iría a un chamán para hacerla volver, otro mencionó ¡no lo voy a soportar! Y si perdiera su trabajo ¡seria horroroso, espantoso! ¡Dios qué miedo!
Estimado amigo, aunque usted no lo crea esas cosas pasan, a veces la vida no es favorable más bien pareciera que todos los planetas se alinean en nuestra contra. No siempre va a salir el sol y el cielo no siempre será azul, habrá momentos grises y turbios. No todos los sábados serán hermosos.
Una de mis historias favoritas del dolor y el sufrimiento procede de la Biblia, “Job” aunque asido definido equivocadamente como ejemplo de paciencia más bien creo que Job ejemplifica el dramatismo y la angustia del ser humano frente al dolor, el grito de agonía del sufriente. Job se muestra paciente al comienzo y acepta al principio el sufrimiento pero cuando lo pierde todo se pone nervioso y se desespera, hundiéndose en un mar de cuestionamiento. En la amargura de su alma se preguntaba ¿Por qué me sucede esto a mí? Se enfadó con el mundo por su crueldad y cayó en una depresión profunda
Job nos cuenta este drama en las siguientes palabras:
Después de esto abrió Job su boca, y maldijo su día. A Y exclamó Job, y dijo: Perezca el día en que yo nací, Y la noche en que se dijo: Varón es concebido. Sea aquel día sombrío, Y no cuide de él Dios desde arriba, Ni claridad sobre él resplandezca.
La melancolía nos agarra desprevenido y nos hace pensar que no sobreviviremos que sucumbiremos en la desolación, es el neurotismo de lo que nos decimos que termina acabando con nuestra vida. Cuando el afligido Job del Antiguo Testamento se dio cuenta de que no tenía derecho a exigir una respuesta de parte de Dios dijo: «... Por tanto, yo hablaba lo que no entendía; cosas demasiado maravillosas para mí, que yo no comprendía...» (Job 42:3).
En una sociedad materialista nos cuesta aceptar el curso de los acontecimientos, hemos sido programados para recibir amor, dinero y salud y cuanto uno de estos elementos falta se nos derrumba el mundo, siempre se nos ha dicho la salud es lo más importante pero esta premisa es totalmente falsa porque supone que los enfermos son unos desgraciados y deben sentirse culpables, descalificados delante de Dios. Dicen ellos Dios nos quiere felices, saludables y prósperos, y cualquier otra situación indica falta de fe. Algunos esconden su falta de felicidad en una gruesa capa de materialismo y cuando esta se evapora se martillan en el sufrimiento.
En este tiempo me he preguntado ¿acaso no puedo ser feliz sin salud? ¿Necesito del amor de mis hijos para sentirme realizado? ¿Necesito un trabajo seguro para vivir feliz de la vida? ¿Necesito que alguien me suba la autoestima? ¿Necesito que mi esposa me diga todos los días cuanto me ama para sentirme excelente? ¿Necesito cambiarme de mujer para probar mi hombría? ¿Debo acomplejarme porque tengo la nariz grande? ¿Necesito que la gente me trate súper bien?
La respuesta es, ¡no! ¡No! ¡No! El universo no gira en derredor nuestro, esta fue la gran lección que Job, aprendió, es posible ser feliz sin hijos, sin mujer, sin dinero, sin casas, sin salud.
Todo lo que necesito para ser feliz se encuentra en el amor de Dios y no debo pensar Si Dios me puede sanar… si las cosas se calman… si me pongo bien… entonces seguiré a Dios.
De acuerdo a las Escrituras el universo gira alrededor de Jesús, el Hijo de Dios fue a la Cruz y empapó su cuerpo santo en su sangre preciosa para darme la felicidad eterna. Y eso basta para ser realmente feliz.
Los cristianos de este tiempo hemos perdido de vista la filosofía sobre la cual fue cimentado el cristianismo, ofrecemos a la gente milagros, salud, prosperidad, les decimos vamos a orar para que tu esposa (o) vuelva. Muchas veces sucede que Dios no contesta, no por falta de fe sino porque ese hombre y mujer son pordioseros de amor y Dios no da limosnas, (amor humano). Realmente el hombre no necesita de una mujer para ser feliz ese pensamiento es catastrofista te puede llevar al suicidio o a perderte en el tiempo.
Recientemente le dije aun colega que iba a orar para que su esposa no vuelva y me recriminó como así y le dije, usted me ha dicho que no podría vivir sin ella, que si no vuelve su vida colapsaría, incluso ha pensado en el suicidio entonces para usted es la vieja parábola; "Médico, cúrate a ti mismo".
Seguramente habrá escuchado a mujeres decir a sus esposos tú me arruinas la vida, me haces infeliz y madres decir a sus hijas por culpa de ustedes estoy enferma ¿Por qué tendría que enfermarme y arruinarme la vida, los otros?
Me gusta más el estilo de vida de los primeros cristianos y hay una historia que siempre la suele contar a manera de ilustración:
Crisóstomo era un cristiano del siglo quinto y fue llevado ante el emperador romano, el emperador amenazó con desterrarlo si permanecía como cristiano. A lo que Crisóstomo contestó; no podéis desterrarme de este mundo porque es la casa de mi Padre. Pero puedo quitarte la vida, dijo el emperador. No tampoco podéis hacer eso contesto Crisóstomo, porque mi vida está escondida con Cristo en Dios. El emperador se enfureció y le dijo te quitare esos tesoros. No tampoco podréis, porque mi tesoro esta en los cielos y mi corazón allí. Te apartaré de todo hombre y no tendrás ningún amigo. Tampoco podréis hacer eso, porque tengo un amigo en el cielo de quien no me podréis separar jamás. No hay nada que me pueda hacer que me pueda hacer daño.
Williams es licenciado en teología y tiene una maestría en terapia familiar, vive en la ciudad de Quito, Ecuador. Para comunicarse con el autor escribanos a: ministeriodelacruz@gmail.com.
Comments